Entre el cielo y el infierno

El matrimonio es una de las mejores experiencias de mi vida; y obviamente lo puedo recomendar. Sin embargo entiendo que el matrimonio, independientemente que existan papeles, bendiciones o matocho, detrás de el, es un catalizador para poder vivir en el cielo. Y que si las cosas no marchan realmente bien, se puede convertir en la máxima expresión del infierno.

El matrimonio para mí, leáse la vida en pareja, es una bendición que hay que saber administrar, pues de lo contrario nos puede llevar a la tumba.


¿Qué es un buen matrimonio?

Esa es una pregunta que no tiene una sola respuesta. Pero de cualquier manera, puede decirse que es la vida de dos individuos que los engañaron para pensar que eran uno solo. Ups, espero que mi mujer no lea esta parte. Pero bien. En el matrimonio no se debe perder la individualidad. En el matromonio no se debe perder la esencia de cada ser, de cada individuo. Sin embargo estos dos involucrados, ya sea que los "arrejunto" el cura, el abogado, en la alcaldía o el cipotío que nació. Deben tener un objetivo común. Una mirada en común hacía un solo objetivo, que puede ser el bienestar de la empresa familiar que acaban de fundar.

Chis, ya metí el chunche de empresa. Si el matrimonio es una empresa. Con o sin ganancias, pero es una empresa grande. Donde los trabajadores y dueños vieven en conjunto, donde además las ventas las representan los ingresos, ya sea por salario o como llegue el billete.

Esa empresa, la "arrejuntadura", debe tener objetivos comunes lidereados por el HOMBRE y la MUJER. Por los dos.

Me quedo hasta aquí, por que me acaban de mandar a comprar las tortillas, ya regreso.